Es común observar sentimientos de angustia en niños y cuidadores durante las primeras etapas del desarrollo, dejando secuelas, que se manifiestan cuando son adultos.
Según el psicoanalista John Bowlby, especialista en el estudio del desarrollo infantil y pionero en introducir la teoría del apego, es fundamental entender la relación del vínculo afectivo entre los cuidadores y el niño en las primeras etapas de vida, supliendo las necesidades básicas de alimentación, descanso, aseo, afecto e interacción con su entorno, entre otras.
Dependiendo de la forma en que se suplan las necesidades básicas del niño y se brinde bienestar, se empiezan a observar ciertas conductas caracterizadas por cuatro tipos de apego: seguro, ansioso – ambivalente, evitativo y desorganizado.
El apego seguro esta caracterizado por que el niño siente la incondicionalidad de sus padres, un ejemplo de esto, es cuando él bebe se despiertan en la noche y su cuidador lo conforta, alimenta y asea. Los padres que responden oportunamente a estas necesidades empiezan a desarrollar un vínculo afectivo estrecho, permitiendo que el niño entienda que sus padres siempre estarán para suplir sus necesidades sintiéndose seguro, amado y protegido.
El apego ansioso o ambivalente tiene manifestaciones ambiguas de las emociones, generando angustia, miedo e inseguridad en los niños. Por lo general, tienen tendencias a sufrir temor o estrés por las separaciones, siendo bastante complicado volver a un estado de tranquilidad; estos niños siempre buscan la aprobación de sus cuidadores y tiene poca tolerancia a la frustración. Cuando esta etapa no es abordada por profesionales de la salud mental, en la adultez pueden proyectar malestar en las relaciones de pareja y al momento de generar vínculos en los diferentes contextos.
El apego evitativo aparece cuando los cuidadores son despreocupados, no responden adecuadamente ante las necesidades básicas de los niños, por lo cual, ellos interpretan que no pueden estar seguros con sus cuidadores, manifestando conductas de aprensión, evitación y distanciamiento, evitando entablar lazos afectivos o vínculos con los cuidadores.
Finalmente, el apego desorganizado manifiesta conductas de confusión o contradicción, esto surge porque los niños sienten que los cuidadores son negligentes y tienen conductas poco seguras con ellos, por lo tanto, se asume parte de un apego ansioso y evitativo. Estos niños se hacen notar a través de comportamientos irritantes, dañan sus juguetes y es difícil hablar con ellos e interactuar por medio de actividades.
Es recomendable suplir las necesidades de los niños en el proceso de desarrollo, brindarle seguridad, amor y tolerancia por medio de conductas sencillas, como mirarlo cuando habla, dedicarle un espacio en el día para compartir a través del juego, ayudarlo en sus tareas, poner límites en el hogar, despedirse en la noche con un beso y un abrazo, y sobre todo, instruirse o acudir a un especialista en salud mental para ayudar a contener, mitigar o erradicar conductas que generen malestar en el hogar y el niño.
En Psicología Profesional entendemos la importancia del vínculo afectivo en el desarrollo infantil y la relevancia de abordar los problemas emocionales desde una edad temprana. Por eso, además de nuestra atención psicológica personalizada, ofrecemos programas especializados para la atención infantil y familiar. Nuestro equipo de profesionales altamente capacitados trabaja con padres y cuidadores para fomentar un ambiente seguro, amoroso y respetuoso para los niños, ayudando a construir un apego seguro y establecer bases sólidas para su crecimiento y desarrollo emocional. Nos enorgullece poder contribuir al bienestar de nuestras comunidades y ofrecer soluciones integrales a las necesidades de nuestros pacientes.